Nell logró sostenerse, tropezó y alcanzó la ventana. Entonces se abatió contra la misma y quebró el cristal con el hombro. Detrás de ella sintió la oleada de calor asfixiante absorbido hacia el exterior y, por debajo, percibió cómo el suelo comenzaba a ceder. Lanzó su cuerpo hacia afuera, buscando el aire fresco y húmedo que la envolvía desde abajo y le permitía volver a respirar de nuevo. Sólo tenía medio cuerpo fuera y notaba como si la empujaran hacia atrás mientras el suelo comenzaba a ceder bajo sus pies. Sus manos, desolladas, agarraron el marco de la ventana. El cristalo roto le hirió las plamas, produciéndole un dolor intenso. Sabía que no podría permanecer agarrada por mucho tiempo. Por detrás la amenazaba el rugido del fuego. Debajo de ella se oían las sirenas y la gente chillando. Dentro de su cabeza no había más que calma. "¿Es ésta la impresión de la muerte?", se preguntó.
El último adiós, Mary Higgins Clark.
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