Doce años... doce años y nada a lo que aferrarse... nada que pudiera extrañar. Estoy harta de todo, harta de esta continua parodia de una vida. Harta de la soledad, harta de la oscuridad que me rodea. Doce años y nadie que me tienda una mano que me ayude a salir, a levantarme. Y ya no quiero nada. Me olvidé de todas las cosas que había puesto en mi lista, ya no me importan. Lo único que ansío es la paz. Quiero irme lejos, lo más lejos posible, y comenzar de nuevo... o terminar. Estoy harta de este silencio que aturde mis oídos, harta de esperar algo que sé que no va a ocurrir, harta de soñar... porque cada vuelo trae su caída, y cada vez duelen más. Doce años y aún no hay una voz, ni una mirada, no hay nada... Doce años y aún estoy vacía... aún estoy a la espera. Esta oscuridad impenetrable que me rodea es mi única realidad. Me despido de todo, en especial de la felicidad, porque ahora sé que si vuelvo a encontrarla quizá sea real... pero nunca duradera.
Este es mi infierno, no puede existir otro.
La muerte es fácil, es sólo paz... la vida es más complicada...
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