Le pido a la vida fuerza. Fuerza para seguir adelante, fuerza para levantarme después de cada caída, fuerza para superar los obstáculos que aparezcan en el camino.
Le pido a la vida sueños. Sueños que alivien la realidad, que me la hagan olvidar, que la hagan menos clara, menos nítida, menos real.
Le pido a la vida alas. Alas que me lleven lejos, a lugares inciertos, donde todo sea diferente, donde no me encuentre esta pena. Alas que me lleven alto, para ver el mundo desde arriba, y así no distinguir el dolor, y que así todo parezca algo más falso.
Le pido a la vida ilusiones. Ilusiones que me llamen, que me inciten a continuar.
Le pido a la vida un camino. Un camino a seguir, un camino claro, con bordes que no se borren, para no perderme nunca.
Le pido a la vida una luz. Una luz que me muestre el camino, para no equivocarme jamás, para no tomar el de otro, para no cruzarme con lo que no está marcado.
Le pido a la vida valor. Valor para animarme a volar después de haber caído, valor para levantarme después de haber tropezado, valor para retomar el camino correcto en caso de extraviarme. Valor para seguir siempre adelante.
Le pido a la vida un compañero. Un compañero que me tome de la mano y me guíe cuando los pensamientos sean oscuros, que me preste su hombro para llorar, que no me deje caer cuando el dolor me impida mantenerme en pie. Un compañero que ría mis risas y llore mis lágrimas.
Le pido a la vida que no me aferre con demasiada fuerza... para dejarme ir en cuanto llegue el momento.
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