Hay cosas que una no tiene que decir. Secretos que debe llevarse a la tumba.
En lo que tardas en decir dos palabras, apenas un instante, puedes echar a perder tanto tiempo de cultivar el silencio.
¿Para qué hablar? Eso sólo complicaría las cosas.
Tiempo después, cuando todo ha acabado, te preguntas: ¿Qué hubiera pasado si...? No. Mejor ni pensarlo.
¿Para qué sembrar la duda en mi mente? Todo hubiera sido igual.
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