martes, 27 de julio de 2010

Reflexiones

Círculo de la vida


Este mundo está mal, dirás que no es ninguna novedad, y es cierto, pero cada día lo reconfirmo. Mis propios pensamientos están mal, mi ideología, mi filosofía.
-Voy a tener que sacrificarla, pobrecita.
-La flor se muere apenas la cortás, si habrás cortado flores y nunca decís "pobrecita".
-Es que no sabía.
-¿Tan inocente ibas a ser?
-Ni que fuera un crimen.
-¿Qué te da más derecho que a una flor?
-Somos humanos.
Somos humanos, seres superiores. Esa es nuestra excusa para todo, somos dueños del universo, sus amos y señores. ¿Qué nos da más derecho que a una flor? Sólo nuestro ego. Es la supervivencia del más fuerte, en el fondo, no somos más que animales. "¡Salven a las ballenas, a los elefantes, pero tomen veneno para hormigas!" ¿Por qué un elefante tiene más derecho a vivir que una hormiga? Porque están en peligro de extinción y necesitan ser protegidos, dirán algunos. ¿Acaso los humanos estamos en peligro de extinción? Y ya ven el escándalo que armamos cada vez que muere uno. ¿Quién nos dice que no somos más que un hormiguero?




Aborto


El aborto es una cuestión distinta a todas. Alguno lo relacionará con la pena de muerte, sería natural, los dos temas suelen ir de la mano en las discusiones. Pero la pena de muerte, a mi forma de verlo, es más una venganza. Nunca perdí a nadie, no conozco ese dolor, pero acabar con un asesino no traerá a la víctima de vuelta, no es una solución, no me va el ojo por ojo, en ese juego más de uno se queda ciego. El aborto presenta una "solución" al problema, no se vuelve a ser la misma, pero se continúa con la vida lo mejor que se puede.
Yo siempre me declaré total e incondicionalmente en contra, ¿pero quién soy para juzgar? Situaciones desesperadas ameritan medidas desesperadas.
Siempre están aquellas tontas que se van del boliche con un loco cualquiera, probablemente ambos borrachos, y no se cuidan. No hablo por ellas. Pero los adultos de hoy se olvidan de lo que es ser adolescente, de que el amor y el deseo vienen de la mano. Y todos sabemos en qué acaba el deseo. Muchas veces no es más que un simple accidente. Métanse en la mente de esta joven adolescente, ella le echa la culpa a un instante que, a su entender, no vale toda su vida. Miren a través de sus ojos y vean cómo ya no puede seguir una carrera, cómo debe olvidarse de salir y de divertirse, cómo la miran con reproche a donde vaya, cómo la excluyen, cómo pierde todo lo que para ella era importante. Sientan su miedo, su desesperación, y díganme si no darían lo que fuera para corregir el error, para volver el tiempo atrás. No vean el aborto como un asesinato, sino como la única salida.
No digo sí a la muerte, digo sí a la solución, pero también sí a la consciencia. 


Y sin embargo, el bebé no tiene la culpa. No todos podrán entender el amor de una madre por su hijo, debe ser el sentimiento más puro que existe, ninguna mujer abortaría sin dolor. Pero es la supervivencia del más fuerte, y en este mundo la vida es la aceptación.
¿Qué haría yo? Ni idea. Sólo sé que no vale juzgar.










Creo que en la vida estamos de paso, que la muerte no es más que el comienzo. Por eso no puedo temerle. Creo también que el dolor es necesario en la vida, tanto para aprender de él como para poder apreciar la felicidad. Sin embargo apenas logro soportarlo, me noto cada día más débil, cuando debería fortalecerme con el tiempo y la experiencia. Es la consciencia, ignoraba demasiadas cosas.

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