jueves, 19 de agosto de 2010

Felicidad utópica

Valle de sombras, luna ciega. Nada que ver ni que desear, nada que llorar. Siempre a la espera de una mirada de esa luna vendada, de esa luna inalcanzable. Esa luz imaginaria, sin calor ni luz en sí, apenas un brillo inexistente que ha venido a torturar mi consciencia y a acabar con mi razón. Pero ahora abro los ojos y veo el sol, me lleno de su consuelo y compañía. Dejo que sus rayos me consuman hasta que no dejan más que cenizas inútiles, sin un fénix para renacer, porque fénix nunca hubo, era sólo una ilusión. Cenizas que ni vuelan con el viento porque han perdido la libertad, se han entregado a la luz, a la maldita luz. Y el calor es su consuelo y se regodean en él. Alma rondando una felicidad utópica y esa capacidad innata para ocultar mi sol, sol que hubiera deseado no conocer.

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