lunes, 28 de marzo de 2011

24 de marzo - Día del niño por nacer

Querida mamá:
Hace ya dos meses que te enteraste de que estaba adentro tuyo, desde entonces no volviste a ser la misma. Cuando acababa de ser concebido, llegué a conocer tu risa, fue lo primero que escuché y supe que iba a ser mi sonido favorito de todos, pero ahora ya no te reís nunca. Es lógico, tu vida, siempre cómoda, ahora se volvió complicada, y todo por un accidente. Mis abuelos están furiosos y casi no te dirigen la palabra, mi papá no sabe qué hacer y ya nunca lo ves. Entiendo tus lágrimas, mamá, entiendo tu miedo.
Sé que no querés que nadie se entere, no te gustaría que la gente susurrara a tu paso. Sé que no querés despedirte de tu vida, de las salidas con tus amigos, de las inconsciencias que te podés permitir, de tu futuro. Sé que para vos es mucho más fácil arrebatarme a mí la posibilidad de vivir. Después de todo, ¿qué podría extrañar yo, si no conozco nada fuera de tu vientre? ¿Y cómo podrías extrañarme, si nunca viste mi rostro, si nunca escuchaste mi risa? Espero que seas consciente de que voy a dejar un vacío que nunca vas a poder llenar. Pero no te confundas, mamá, no te guardo ningún rencor; como dije antes, te entiendo.
Simplemente no puedo dejar de preguntarme por qué tiene que pasarnos esto, por qué tengo que despedirme de todo, de vos. Lo cierto es que esperaba el momento de mi nacimiento con muchas ansias, deseaba más que nada verte a los ojos y que, quizás, rieras para mí, pero ahora sé que nunca va a pasar. Ya tomaste la decisión y yo no puedo hacer nada, estoy indefenso, dependo totalmente de vos. Me gustaría poder gritar, llorar, llamar tu atención… hacerte saber lo mucho que te amo por más que vos me odies.  
Ahora me despido, mamá, pero dejo algo de mí en tu corazón para que nunca me olvides del todo.

Tu bebé. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario