Que se te enfríen las manos, el corazón y los huesos,
que se te enfríe el sueño bajo la piedra:
que no despiertes nunca en el lecho de piedra,
hasta que el Sol se apague y la Luna muera.
En el oscuro viento morirán las estrellas,
y que en el oro todavía descanses
hasta que el señor oscuro alce la mano
sobre el océano muerto y la tierra reseca.
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos
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