viernes, 24 de abril de 2009

Mandarinas

El olor de las mandarinas era demasiado dulce, me empalagaba. Comencé a marearme, la cabeza me daba vueltas y vueltas, sólo sentía todo demasiado naranja.

No me gusta la perfección, no disfruto de ella. Lo que es perfecto es tan... igual, porque todo lo que es perfecto es igual, igual de perfecto, igual de aburrido. ¿Qué sería del mundo si todo fuera perfecto? ¿Qué sería del mundo si no hubiera errores? ¿Qué sería de si el mundo fuera perfecto? La perfección es demasiado monótona. La perfección no existe, no para mí.

Una llave maestra abre todas las puertas. Eso dicen, por lo menos. Me gustaría tener una, me gustaría abrir las puertas cerradas. Pero si tuviera un llave maestra la vida sería demasiado predecible, demasiado fácil.

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